viernes, 9 de marzo de 2012

El Tesoro Divino

Hoy el pequeño Glog os contará una historia sobre un tesoro divino.

Erase una vez... un Olimpo donde convivían los dioses, aquellos que creaban las maravillas del mundo y gozaban de todos los caprichos que quisiesen. Un día, Hebe decidió compartir su más preciado don con los mortales. Para ello, bajo a la Tierra y guardó su tesoro en un lugar en el que no pudiera encontrarlo nadie. Además, para que no quedase en el olvido, concedió a cada ser que pisase el Mundo disfrutar de parte de su divinidad, pero sólo de forma pasajera. De esa forma, la humanidad apreciaría hasta la eternidad aquella fortuna tan escondida por la diosa.
Sofía observó la actuación de su amiga Hebe, y vio necesario compartir también su don con los humanos, ya que su divinidad era complementaria a la de la otra diosa. Por eso, decidió que su don residiría en cada mortal años después de que éste gozara de la divinidad de Hebe.
Muchos fueron los piratas que pelearon y visitaron hasta el último lugar del mundo en busca del tesoro escondido por la diosa. Muchos fueron también los aventureros que arriesgaron todo para encontrar el objeto de sus deseos. Jamás cesaron las leyendas en torno a aquella maravilla oculta en la Tierra. Y así, fue como la humanidad, durante siglos y siglos apreció ese tesoro divino: la juventud.
Sin embargo, hace poco todo comenzó a cambiar, y hubo humanos, cuya incipiente juventud ya había pasado, que empezaron a menospreciar este tesoro valorando sólo el don de la otra diosa: la experiencia. Cuentan, que esto ha provocado que Hebe y Sofía, allá donde estén, se derrumben poco a poco cada día, pues sus intenciones de que sus dones convivan entre los mortales y se complementen sin dejar fuera a ninguno se están destruyendo.
Ahora, somos los jóvenes los que tenemos que defender el don y ese divino tesoro que sigue escondido entre nosotros. Porque igual de importante que la experiencia, es el hecho de que no perdamos la juventud, las ganas de hacer cosas y de aprender. Y no podemos aprender sin los que poseen experiencia, ni podemos llegar a tenerla y renovar este ciclo si nuestra juventud pasa desapercibida.
Como dice Glog, se lo debemos a las diosas que compartieron su don con nosotros. 

Por la juventud, por los que creen en nosotros, por los que comparten su experiencia, por los piratas y por los aventureros: salvemos el divino tesoro.





2 comentarios:

  1. ¡¡Una juventud no vivida es una experiencia perdida!!

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  2. Me gusta!! Era el empujoncito que hacía falta =)

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