Rondabas el año cuando te ponías
en pie, intentabas guardar el equilibrio, y acto seguido tu pierna se
adelantaba intentando que la siguiera la otra… pero un intento no bastaba.
Entonces tus manos buscaban algo a lo que agarrarse. A veces encontraban
un objeto lo bastante consistente para que te pudieras apoyar en él, o mejor
aún, la mano de alguien. Otras veces simplemente te caías. Sí,
ibas directo al suelo, pero no pasaba nada. Los de tu alrededor contenían sus
caras para no asustarte. En ocasiones lo conseguían y seguías a tus anchas.
Puede que en algún momento sí rompieras a llorar y cogieses miedo, aunque nada
de eso impidió que volvieran los intentos.
Tus padres, tus familiares, tus vecinos… estaban ahí para ayudarte. Te
ponían un caramelo delante para estimularte, o muchas veces ese caramelo
simplemente eran sus brazos esperándote.
Así, gracias a tu esfuerzo, tu empeño y la ayuda de los de tu alrededor,
diste tus primeros pasos. Y nunca más se te ha olvidado andar.
Yo, estos 3 últimos meses, he encontrado muchas manos.