miércoles, 25 de abril de 2012

El espejo


            Había una vez, en un lugar del mundo, un noble juez al que le encantaba su trabajo. Condenaba a los que consideraba culpables privándoles siempre de cierta libertad. El pueblo estaba contento con él, aunque sus decisiones no eran del agrado de todos. A pesar de ello, cada día que pasaba este noble juez fue obsesionándose más y más con su trabajo. Primero, juzgaba día y noche de forma excesiva a las personas de su familia, exagerando todas y cada una de las cosas que, para su gusto, no hacían bien o no eran perfectas. Después, continuó con sus amigos y, más tarde, empezó a hacerlo con los vecinos de su localidad. A todas horas, estuviera donde estuviese, el juez condenaba a cada persona que se le cruzase por sus actos, por su simple aspecto o por sus defectos más aparentes. Todos estaban hartos de aquél juez, pues con sus continuos veredictos también les estaba privando de cierta forma de libertad. Hasta que un día, colocaron al juez delante de un espejo, y éste se pasó horas y horas delante de él, incapaz de pronunciar una sola palabra acusatoria sobre lo que estaba viendo.
           
            Sin embargo, vivimos en una sociedad que es como este juez, en la que en un medio de comunicación público sigue paso a paso y, como si fuera especialmente relevante para todos nosotros, la condena que cumple un preso por un delito que cometió hace años contra una familia. O dos mujeres se dedican a rezar el rosario delante de una clínica, mientras varias chicas llevan a cabo la que probablemente sea la decisión más difícil de sus vidas, la de abortar.
Tal vez sea mejor que nos miremos al espejo y respetemos la libertad de los demás.



jueves, 12 de abril de 2012

Miedo


          Miedo, muchas definiciones y un solo sentimiento. Además es libre. Sí, el miedo es libre.       

Miedo a la oscuridad, a los monstruos que estaban debajo de nuestras camas, al compromiso, al fracaso, a las equivocaciones, a perderlo todo, a lo nuevo, a que se repita la historia, a olvidarlo todo. A veces el miedo se convierte en fobia, a las arañas, las serpientes, al fuego, al agua, a la soledad.

En ocasiones al pequeño Glog le ronda un miedo. Teme olvidar lo aprendido, desengrasarse, no encontrar en el camino lo que buscaba o que cuando lo encuentre esté desentrenado, a pesar de que no para de hacer cosas para mantenerse. Pero es un instante, porque no podemos dejar que nos invadan nuestros miedos. Debemos frenarlo, seguir adelante y sed así más fuertes.

Por tanto los miedos son parte de nuestra lucha, o simplemente parte nuestra. Voy a contaros otro en el que tal vez podéis ayudar a superarlo.
Hace pocos días, una anciana conocida del pequeño Glog le dijo que no veía los informativos, porque con tantas cosas que ocurrían por ahí le daba miedo vivir sola en casa. Al principio puede parecernos una tontería, un ciudadano informado es un ciudadano libre y preparado, pero, ¿acaso no nos hemos dado cuenta de que muchos medios de comunicación parecen verdaderos instrumentos de pánico más que de información? ¿De verdad conseguimos informarnos hoy en día o simplemente enterarnos de aquello que quieren que sepamos?
Podría daros una reflexión, la mía, o la del pequeño Glog, pero prefiero que cada uno haga la suya y que escoja sus armas para vencer ese miedo.